Hoy quiero escribir de mi ciudad natal: Popayán, la ciudad blanca de Colombia, llamada así debido a sus hermosas casas coloniales. Desde muy pequeña, con tan solo 3 años, mis padres tomaron la decisión de mudarse a otra ciudad pues las oportunidades de trabajo para mi papá se abrían hacia otros lares, otras ciudades; Se cuentan historias de que a la persona que más duro le dio mi partida fue a mi abuelo, así como aún yo no me acostumbro a su ausencia. Ese Adiós a Popayán solo fue un Hasta Luego pues cada año regresábamos a visitar a los abuelos, era nuestro segundo hogar ¿Quien de chico y hasta de grande no disfruta de la casa de los abuelos?. Sin embargo, durante muchos años no supe la magia que se vivía en las calles de esta hermosa ciudad.
Como es de costumbre en época de fiestas decembrinas y fin de año, la familia viajo para estar nuevamente reunida, y es que Popayán es una ciudad llena de tradiciones, de magia. No obstante, en este último viaje, por primera vez después de 28 años me di la oportunidad de recorrer sus calles, de perderme en el color blanco de sus fachadas y llenarme de toda sus historias. Inicie a caminar por la Carrera Novena hacia el centro de la ciudad, sin saber lo que encontraría, sin saber ese sentimiento de viajera que se iba despertando en mí. Mientras cruzaba uno de esos puentes que te hacen sentir que viajas en el tiempo por su arquitectura colonial, al alzar mi mirada podía divisar a lo lejos el campanario de lo que sería mi primer parada: la Iglesia San Francisco, una de los 5 templos emblemáticos que tiene la ciudad, conocido por su estilo barroco tardío neogranadino, y poseer una de las campanas más grandes de América que fue fundida en oro y bronce, además de poseer mis recuerdos de niñez pues allí fui bautizada. En cada paso que daba, regresaba al tiempo de la colonia, donde las casas ocupaban cuadras completas y sus techos altos las hacían ver imponentes. Sus construcciones de grandes puertas y blancas paredes me invitan a caminar aún más y disipar el miedo de perderme en sus calles, las cuales hoy combinan lo tradicional y lo moderno. Así que me cruce por la Calle 4 rumbo al Parque Caldas. Parque donde no pude evitar sentarme en sus bancas, solo con el fin, de en medio de sonidos de chirimía y el pasar de la gente, admirar el icono que identifica la Ciudad Blanca: La Torre de Reloj, y a su lado la Catedral Basílica Nuestra Señora De La Asunción, lo cuales poseen un estilo Neoclásico que te atrapa.
Después de la presentación de la chirimía, me pare sobre la calle quinta, donde pude divisar como se reduce la vía por una iglesia que sobresale. Esa iglesia, conocida como “la Ermita”, es la más antigua de Popayán. Construida en 1537, diseñada para templo doctrinero y destacándose por su altar mayor que remata en un águila bicéfala, símbolo heráldico de los Austrias. La calle frente a ella recibe el mismo nombre y es la única muestra que se dejo de la ciudad empedrada. Allí no termino todo, me cruce rumbo a la calle 4, donde observe un sendero empedrado por el cual puedes subir a la Capilla de Belén. Para quienes les guste caminar, es imperdible ir hasta la cima del cerro. La panorámica que tienes de la ciudad es maravillosa, todo el centro histórico lo divisas desde allí. Mientras asciendes por ese camino que en años de la colonia trepaban las fatigadas mulas y los arboles te dan sombra, puedes observar esculturas alusivas a las estaciones de la pasión de Cristo, hermosas piezas de arte. Al llegar, no solo disfrutas de la arquitectura del lugar, sino de los detalles de la sillería colonial típica española que alberga. Al descender, me di cuenta que Popayán no es solo un lugar para quienes gustan del turismo religioso, cada uno de los templados están lleno de arte, cultura, historia, que así no seas católico puedes contemplar.
Llegó el momento de dirigir mi camino al lugar que motivó esa visita al centro histórico de la hermosa Popayán. Y gracias a mi defectuoso GPS, pues soy de quienes se pierden en una cuadra, terminé visitando el Museo Nacional Guillermo León Valencia. Esta casona que le perteneció a este ex presidente de Colombia, exhibe algunos de sus objetos personales y familiares, al igual que muebles, condecoraciones, fotografías y piezas de arte; Y es que Popayán es cuna de muchos próceres de nuestro país, por lo cual en cada esquina podrás llegar a encontrar una historia más que aprender. Y frente a este hermoso lugar, uno de los primeros referentes de la ciudad: El Puente El Humilladero, lugar en el que actualmente se desarrollan diversas actividades culturales como presentación de grupos musicales, obras de teatro, danzas, poesía, y en tiempos de la colonia fue la entrada principal de los ejércitos libertadores durante la gesta de la independencia. Mientras estaba allí admirando su imponente diseño y consistencia en su edificación, encontré el lugar que buscaba. Popayán, no solo resalta por la belleza de su centro histórico, la Unesco la designo Primera Ciudad de la Gastronomía por su oferta alimenticia e importante recurso en el campo gastronómico, y en esa ciudad existe un dulce que amo cuando se deshace en la boca: “Los Aplanchados”. Así que de forma muy dulce, termino este primer recorrido en el que ame cada paso que di en sus calles. Pero me prometí volver este año, pues muchos sitios quedaron por conocer y para gozar de la comida payanesa necesita de tiempo para probar la gran variedad de platos que llegas a encontrar en cada esquina. Esta ciudad cumplió su cometido: enamorame de tu marca y se volverá mi pasión, y recorrerla se convirtió en mi pasión.
2 Comments
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